Biography for José María Luis Mora

Author: José María Luis Mora

Type of publication: Book

Title: México y sus revoluciones

Year of publication: 0

Publisher: Editorial Porrua, Mexico

Place created: Mexico City

Language: Spanish

Location of text: From José María Luis Mora, México y sus Revoluciones, Editorial Porrua, S.A., México, 1950, pp.123-128 in Biblioteca Lerdo de Tejada

Abstract: Extract that includes his comments about Mexican women

Content:


p.123 Pero en lo que son más notables las progresos de la civilización mexicana es en la sociabilidad o en aquello que hace y constituye los atractivos del trato social: el bello sexo, los trajes, las concurrencias, los paseos, las diversiones y los placeres de la mesa mexicana han sufrido cambios totales o hecho considerables progresos.

El bello sexo en México no es digno de los rasgos con que pretenden caracterizarlo algunos extranjeros que no lo han conocido sino por una u otra dama que han tratado con alguna inmediación, y cuya falta de decoro, provenida, de una ignorancia indiscreta, no (p.124) puede ni debe perjudicar a la reputación de las demás. En las ciudades grandes de la República, como en todas' las del mundo, hay ciertas damas de la primera distinción que no pueden vivir sino de las adoraciones que reciben y de los perfumes que se queman en sus altares: en nada estiman su reputación si logran los obsequios de aquellas personas que verdadera o equivocadamente juzgan superiores a los demás. La prevención que existía en México hace pocos años a favor de los extranjeros, y la falta de conocimiento que por entonces tenía el bello sexo, fue la causa de que solicitasen algunas damas sencillamente los obsequios de aquellos que, perteneciendo a las ínfimas clases en su país, tuvieron primero la villanía de afectar una importancia social que no tenían, y posteriormente la de desacreditar no sólo a éstas, sino a todas las de su sexo en Europa, suponiendo ser comunes las faltas que no caracterizaban sino a muy pocas. Los amargos desengaños que han proporcionado estas burlas, y los conocimientos adquiridos posteriormente de que cuantos han venido y vienen a México con muy pocas excepciones son de las clases más humildes de Europa o de las muy inmediatas a ellas, han hecho más cautas aún a las coquetas mexicanas inclinándolas a desconfiar de todo extranjero y a verlo con indiferencia. Por lo demás el bello sexo en México en las clases superiores si no es un modelo acabado y perfecto de todas las virtudes domésticas, no lo es ciertamente del vicio, y sin duda es uno de los elementos que derrama todo género de atractivos sobre la sociedad mexicana; sus modales dulces, suaves, comedidos y atractivos; lo elegante de sus trajes; el gusto en la (p. 125) elección de sus adornos; la gallardía de su talle y lo hermoso de sus formas, dan un interés considerable a todas las concurrencias públicas y privadas. Si aún se advierte alguna frivolidad en la conversación de las damas, y en algunas un cierto aire desdeñoso que las hace fastidiosas, esto es porque los hábitos de una mala educación no se borran sino con suma dificultad, y la de nuestras damas fue tan descuidada en la parte mental como mal dirigida en la que mira a las relaciones con el otro sexo, pues nada se omitió para inculcarla como un principio de decoro el desdén, que no merece otro nombre que el de desatención y falta de urbanidad; estas faltas sin embargo se hallan muy remediadas en la actual generación, y serán del todo precavidas en la que se va formando, pues la educación actual de las niñas es más esmerada y bien dirigida.

Nada había menos atendido bajo el sistema colonial que la educación del bello sexo, pues se hallaba reducida a lo preciso para poder desempeñar las obligaciones domésticas: la cultura del entendimiento y las artes de agrado y ornato, si se exceptúa lo perteneciente al traje, se reputaban no sólo impropias del sexo sino contrarias a lo que entonces se llamaba modestia; así es que la música, el dibujo y la lectura hasta fines del siglo pasado eran enteramente desconocidas a la mayor parte de las damas, reputándose por un fenómeno el que alguna supiese las cuatro reglas de aritmética, tuviese tal cual conocimiento de geografía, pulsase con alguna destreza las teclas de un piano. Las mexicanas pues, no podían ser apreciadas ni apetecido su trato sino en cuanto prestaban pábulo a los devaneos amorosos, y (p.126) eran sólo consideradas como objeto de galanteo. La co¬rrupción de costumbres no podía menos de hacer nota¬bles progresos bajo tan errado sistema; las damas por su ignorancia y por la frivolidad de su carácter valían realmente muy poco, y estimándose en lo que eran se entregaban con suma facilidad a cualquiera, y bajo todos aspectos fomentaban la inmoralidad del país sin poder dar nunca a los hombres los placeres que la vir¬tud, el decoro, el recato y un entendimiento mediana¬mente cultivado hacen tan delicioso el trato del bello sexo en los países civilizados. Aunque esta pintura de lo que eran nuestras mujeres en épocas anteriores nada tiene de exagerado, sería una calumnia querer dar por ella a conocer las del día; las mejoras de su educación han tenido resultados muy favorables a la moralidad pública y han ministrado nuevos, más sólidos y puros atractivos a la sociabilidad mexicana. Ya las damas no se hacen apreciables precisamente por los atractivos fugaces de su hermosura, sino por la cultura de su en¬tendimiento, las prendas de su corazón, y el ornato ex¬terior de sus habilidades; ya no están expuestas a ser el ludibrio e irrisión de la sociedad luego que los años o algún accidente inopinado marchita las rosas de sus mejillas, puesto que ya no son precisamente un puro objeto de galanteo sino de sólida y verdadera amistad; como que ya pueden proporcionarse otros goces que los de los devaneos amorosos, su vejez no estará cargada de aquel tedio que produce siempre la pérdida de los pla¬ceres que han sido únicos, y la desesperación que causa la imposibilidad de proporcionarse otros. En el día, la música, el dibujo, la lectura y las amistades que sobreviven (p.127) a las gracias de la juventud y a la pérdida de la hermosura son para la edad avanzada de nuestras damas una fuente inagotable de placeres, y si aun se deja, sentir algo los tristes resultados de una educación viciosa, es seguro que no pasarán de la generación presente, y que las virtudes propias del bello sexo ya muy adelantadas en México recibirán su complemento en la futura.

El gusto por la música instrumental y vocal, es una eneralmente difundidas entre nuestras de las cosas más g damas; son en el día no sólo conocidas sino ejecutadas con maestría y perfección en el piano las piezas más hermosas y difíciles de Rossini, Mozart, Bellini, y otros célebres compositores; no hay casa de una esfera mediana que no posea un piano en que son ejecutadas todas sus piezas por las nifias de la familia; y no hay concurrencia en que la emulación y el deseo de los aplausos deje de dar un poderoso impulso a los adelantos en este ramo. la afición al dibujo y al estudio de las lenguas, no es todavía tan general en las nlexicanas; no obstante se han hecho progresos que admiran, atendido el sistema de educación que precedió a la Independencia; de los conocimientos en el dibujo depende la perfección de ciertos ejercicios mujeriles, como el bordado, los tejidos de chaquíra y otros que han recibido y todavía recibirán notables mejoras por el conocimiento del diseño. Menos generalizado está el estudio y conocimiento de los idiomas cultos de Europa, y esto proviene de que aunque progresa la afición a la lectura, todavía no se tiene como una ocupación necesaria e indispensable entre las mexicanas; sin embargo, (p.128) el curso siempre creciente de la civilización, va dirigiendo las cosas allá, y sus resultados no serán muy tardíos ni se harán esperar mucho.

El traje es algo más importante de lo que aparece a primera vista, y tiene un influjo más poderoso del que vulgarmente se, cree en la dignidad del hombre. Quien no puede presentarse con una decencia mediana, quien no puede cubrir su cuerpo sino con harapos, en' el orden común y regular, jamás será visto de los de. más con aprecio y consideración, y nadie que no sea apreciado puede estimarse en algo; asimismo no hay cosa más propia para humillar al hombre que el desprecio de sus semejantes, y un hombre abatido está muy próximo a entregarse a todos los vicios. Véase pues el influjo que tiene el traje sobre la moralidad. Los trajes más elegantes, ricos y vistosos de las naciones de Europa, son en el día, comunes en México a pesar de la pobreza que es consecuencia necesaria de un estado de revolución permanente. Los niños de ambos sexos, son vestidos y, adornados con una gracia, esmero y cuidado desconocido antes en la República' , entrando de esta manera a la parte en todo lo que hace grato y da interés al trato social, pues despliegan sus gracias naturales considerablemente realzadas por la elegancia exterior de sus adornos.

Texts written by José María Luis Mora:
México y sus revoluciones
México y sus revoluciones