Biography for María Josefa Rodríguez de Pedroso de la Cotera y Rivas Cacho

Author: María Josefa Rodríguez de Pedroso de la Cotera y Rivas Cacho

Type of publication: Letter

Title: Carta

Year of publication: 1816

Publisher: Historia Mexicana

Place created: Mexico

Language: Spanish

Location of text: In Historia Mexicana, Vol. 1, enero-marzo 1952, No.3, pp.466-447. in Biblioteca Nacional de México

Abstract: Letter written to Inés de Jáuregui

Content:
In Historia Mexicana, Vol. 1, enero-marzo 1952, No.3, pp.466-467 México, junio 29 de 1816
EXCMA. SEÑORA DOÑA MARÍA INÉS DE JÁUREGUI

Madrid

Mi muy amada y siempre idolatrada Inés

Como, las malas nuevas caminan con más velocidad que el relámpago, antes de que el señor Oduardo me entregara tu apreciable del día 27 de noviembre del año pasado, se había difundido en esta capital la del fallecimiento del señor Don José. ¡Qué momento tan infeliz para mí! Toda mi naturaleza se conmovió y mi corazón no tuvo otro consuelo más, sino prorrumpir en el más triste llanto.

Amada Inés, en pérdidas tan grandes, sólo en la Religión se encuentra consuelo. Eleva tu alma sobre todo lo funesto que te rodea y luego encontrarás la perspectiva más halagüeña. Un militar aguerrido a quien la Providencia sacó triunfalmente e ileso de los mayores peligros; un vasallo justo, exacto, virtuoso y honrado, que sirvió al Rey con fidelidad y al público en cuanto pudo y supo; un padre tiernísimo. modelo perfecto de amor conyugal, que nada omitió para hacer felices, tanto a m esposa como a los pedazos de su corazón; un hombre perseguido injustamente, que supo conservar toda su serenidad en medio de los mayores trabajos y que generosamente perdonó a sus enemigos, tributó a Dios como a su Creador, el homenaje augusto de morir, volviendo su alma al seno purísimo de donde salió.

¿Te parece pequeña prueba el concepto general que todos tenían de las circunstancias apreciables que adornaban la persona del señor José? Él es una de las coronas con que el cielo distingue a los virtuosas.

Nunca del malo se forman ideas ventajosas, y por mucha que sea su prepotencia, siempre la opinión común lo reprueba. Vive entendida que en ambos hemisferios, se tenía mucha consideración al nombre de tu esposo; era amado y respetado por sus excelentes cualidades, y si Dios permitió su persecución, fué para por su medio purificarlo, como hace con los justos, pero cuidando al propio tiempo de su honor.

Efecto de esta protección del Altísimo es también el honor que se le ha dispensado a su cadáver y buena memoria. El convite de su. entierro es una ejecutoria que demuestra el empeño, tomado por el Monarca y por el Señor Infante su hermano, en honrar a un Militar siempre adicto a la justicia de su causa, y siempre fiel al Trono Español, al que sirvió con lealtad y honradez. Este testimonio, dado a la frente de toda. la Europa y en el centro de la nación, por su mismo benéfico Soberano, es obra de Dios, para vindicar al señor Don José, en el concepto de todos los pueblos.

Ea, dulce amiga, sólo resta te pongas ciegamente en las manos de Dios que Él que te sacó triunfante de la noche tristísimo del 19 de septiembre de 1808, después de los días de tu amado esposo, va a completar tus satisfacciones, haciendo experimentes toda la ternura del mejor de los Reyes. en la sentencia que a su favor pronunciará, en la protección que te dispensa y en constituirse el padre de tus hijos, de todo lo cual es el más feliz anuncio, la afabilidad encantadora con que te recibió

¿Quién, mejor que tú, puedes instar al Monarca para que se le suministre la justicia que tiene en los puntos en que quisieron innodarlo maliciosamente sus enemigos, aprovechándose de la distancia del Trono? En efecto, ninguna persona es capaz de reunir el conjunto de circunstancias. que en ti concurren para una empresa tan justa y necesaria. Enjúgate los ojos, revístete de la mayor serenidad, y con el carácter de viuda v de madre, clama sin cesar ante el Trono, hasta que descienda de él el fallo, confunda y aterrorice para. siempre a los indignos perseguidores de tu esposo, y vean que ni lo acerbo de tu dolor, ni el desamparo en que te hallas por su falta, ni la cortedad propia del sexo, te impiden reclamar la protección debida a la inocencia, la justicia que contiene las avanzadas miras de los díscolos.

Ya no tengo alientos para proseguir. Me parece te estoy viendo y que llorando extiendes los brazos para abrazarme. Quiero corresponderte, alargo los míos para estrecharte en mi pecho; ¡oh, dolor!... nada encuentro. Vuelvo de mi ilusión, y los suspiros y el llanto me recuerdan que tú habitas diverso continente, y que yo no puedo volar, para unirme con la más dulce de mis amigas...!

Charrísima amiga, recibe los sentimientos purísimos de mi Corazón, de este corazón todo tuyo, invariable, que te arna y te compadece y que eternamente vivirá cubierto de dolor y de pena por no poder estar a tu lado.

Texts written by María Josefa Rodríguez de Pedroso de la Cotera y Rivas Cacho:
1812 - Carta
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1813 - Carta
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1816 - Carta
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