Gendering Latin American Independence

Poetry Competition

The Winners

We are thrilled to announce the winners of our ‘Women and Independence in Latin America’ poetry competition. The first prize has been awarded to Agata Wrochna for her poem ‘O Soldado Madeiros’. The second prize has been given to Francia Melissa Perales Muñoz for her poem ‘Ellas, nosotras: somos todas’. José Martín Hurtado Galves has won the third prize for his poem ‘Mujer Insurgente’. We would like to thank everybody who participated in the competition. The entries were of a very high standard. To read more poems about women and independence, visit our blog. You can read the winning poems below:

O soldado Madeiros 

(Agata Wrochna)

Vovó
De onde tem estas feridas estas cicatrizes longas
Que parecem rios

Tens razão me lembram do rio Paraguaçu
Tão profundamente vivo mas fluindo tão penosamente devagar
Como se oferecesse o seu último respiro

Foi a guerra que as fez assim carinho
No lugar onde a vida se interpõe com a morte
Onde eu não devia ter estado

E onde não devia ter estado vovó

Ordenaram que eu esperasse que eu me mantivesse neutra que cuidasse da nossa casa
Mas não me sentia em casa
Porque uma casa precisa do coração e nosso coração não estava com nós
Alguém roubou nosso coração
Como se fosse um amante enciumado
Ocultando-o
Muito embora soubessem que ele queria reunir-se com a sua gente

Tinha sido roubado e então eu parti para trazê-lo de novo

Conseguiste conseguiste trazê-lo de novo

Escondi a minha feminilidade por 13 dias e 12 noites
Tornei as saudades na força
As minhas lágrimas na determinação e orações nos punhos
Sujeitei-me ajoelhei mas não com temor
com coragem

Foi descoberta mas não importava porque a nação aceitou-me
O coração precisava das suas mulheres e eu era uma delas
Orgulhosa de ser uma delas
E quando o coração foi pronto para nós receberem-no novamente
Elogiaram-me mas não importava
Eu sempre precisava só desse coração para que pudesse voltar aqui e ver a tua mãe
Ver-te a tú crecer

Ver-te apreciar o coração quando eu já não será capaz

Vovó
E onde está o coração agora

Basta que olhas em volta carinho

Ellas, nosotras: somos todas

(Francia Melissa Perales Muñoz)

Y ahí va la Violeta maldiciendo los altos cielos que la emblema,
Ó, agradeciéndole a la vida la inmortalidad de su alma,
La trascendencia de su existencia a través de los siglos escondidos entre las aguas negras de Un anhelo muerto de su tierra…
Y Junto a ella va la Chavela, rasgando melodías a su sufrida la Frida; la que pintó desnuda, Diego Rivera.
Cantándole a la llorona y ella siendo la dama del tequila, la dama del poncho rojo le canta Joaquín Sabina.
Las latinoamericanas, mujeres escasas, altivas y requeridas
En una sociedad tan elitista.
Y por qué no mencionar a la Gioconda Belli, con su poesía de la seducción erótica
Descubriendo la identidad femenina.
Mujeres de la paradoja que se interpolan en el cosmos de la soledad.
La reencarnación de la madre naturaleza, las ancladas a su tierra y a su pueblo,
Al cielo y al inferno.

Y no son ellas nada más. Somos todas, somos ellas; compartiendo las amarguras amargas,
El lado oscuro y melancólico de la vida. Delirando la potencia del corazón, escapando de
Las entrañas de los amoríos, abandonando su corazón por los horizontes del mundo…
Las mujeres que se ahogan en un volcán de pasión.
Seres incomprendidos con pensamientos, ideas y sensaciones.
Las mujeres que reconocen su cuerpo como antenas del universo.
Las mujeres latinoamericanas que han despertado del sueño pesado del ocio.
Las que se habían encontrado dormidas; ellas, nosotras.
Las rebeldes contra el mundo…las indias, amantes, putas, monjas…
Ellas, nosotras.
Las mujeres que se despliegan del pasado mostrándonos el futuro.

Y aquí inicia la independencia femenina, desde la amazona hasta la feminista…

 

 

Mujer insurgente

(José Martín Hurtado Galves)

Un rayo de luz
atraviesa la noche
el viento sale a su encuentro
la calle está vacía
sólo los guardias rondan y cuidan el orden,
un orden que oprime al pueblo

mujer insurgente hace huella
que late en voces de viento indócil

Impronta de nuevo el silencio
en fronda de luces,
tu cabello agita la noche.

Que nadie te vea
que nadie siga tus pasos
que tus huellas se las lleve el viento
que la noche seas tú.

Así como una estrella es suficiente
para hablar de noche,
una mujer es suficiente
para hablar de insurrección y humanidad.

Tu decisión es mortal
arriesgas la vida para llevar el mensaje
los insurgentes te esperan
saben que llevas palabras ensangrentadas
envueltas en tus enaguas raídas
de tiempo y miedo ahogado.

Pero nada te detiene
ni la oscuridad de la noche
ni las claras amenazas de los realistas
¿por qué habrías de tenerles más miedo a ellos
si has vivido amenazada de muerte desde que naciste?,
¿qué más miedo que la muerte en vida?,
¿qué más miedo que vivir sin libertad?

Anda mujer insurgente,
tu destino te aguarda
sigue el curso de tus sentidos y tu razón,
no pierdas el camino de las injusticias
que te llevaron hasta el filo de esta noche,
donde te pierdes con las sombras que te protegen.

Tu profesión me sabe a aurora
a luz
a amanecer
aunque no veo tu rostro
[la noche me lo impide]
sé quien eres:
te llamas María, Lupe, Josefa, Rosario…
qué sé yo cuál es tu nombre
¡tienes tantos!
Eres los nombres de todas las mujeres insurgentes.

Mujer, imagen clara que llega al borde
de lo que nombras
de lo que persigues;
metáfora de luz y sombra
entre noches tibias y sueños truncados
de historia forjada
con voces de mujeres desconocidas.

Rayo certero que llegas junto a la luz
gota en silencio que rompes columnas de sal de siglos
mujer insurgente, voz en gris con que te nombro
entre silencios de historia perdida.

En tu trabajo [sentido vital] te pierdes
tu voz es el eco que suena distante,
lejos
como si no existieras.

La historia te ha olvidado
pero estás ahí
un ahí que es un aquí
un ahí que se extiende en la imaginación.
¿Cómo era tu rostro?,
¿de qué color eran tus ojos?,
¿cómo era tu pelo?
¿qué palabras te gustaban más?

¡Ay!, pequeña mujer insurgente que eres gigante
vértebra de una voz que es mi pasado
historia-olvido
distancia que hace desiertos o mares
todo es inmenso en ti, y sin embargo,
qué lejos estás de mis palabras.

Sé que estuviste ahí,
en las calles llevando mensajes
en los campos cuidando a más de un herido
en los enfrentamientos cargando o disparando un fusil.
¿En dónde no estuviste mujer insurgente?

Ir y venir en historias inesperadas
manos que fueron puños y caricias cuando
se necesitaron
cabellos desordenados que brillaron
en más de una noche
de sangre empolvada.

Ojos y voces que vertieron mensajes
de esperanza o desilusión
en bruma inquieta tus necesidades tuvieron que esperar
las exigencias de la lucha estaban primero.

Mujer insurgente, impronta de luna nueva
pisadas pequeñas que incendiaron campos
miradas que fueron llamas
cuando se necesitó resistir el tormento
para que delataras a tus compañeros insurgentes.

¿Cómo dominarte si antes de morir eras muerte
que lucha?
Sí, muerte, qué más podrías ser si desde que decidiste
entregar aquel papel, firmaste tu sentencia.
Pero nunca te rendiste, no denunciaste a nadie.

Tampoco criticaste a las que cedieron al dolor
de ver violar a sus hijas
o capar a sus esposos e hijos.
¿Cómo pedirles que no hablaran, si ya el llanto
y la rabia las estaba delatando?

¿Por qué tú no dijiste nada?
¿Por qué soportaste el dolor?
¿De qué madera estaban hechos tus huesos?
¿Y tu piel, en qué tierra la cocieron?
¿Por qué tus ojos se cocieron a tu boca, sellándose
ante el dolor de la tortura?

¡Ay!, mujer insurgente que hoy apareces aquí
en este poema como fantasma
apenas si puedo hablar de ti,
tu presencia me grita desde tu silencio
pero no sé qué llevabas esa noche
desconozco qué decía el mensaje.

Cuando lo leyeron los jefes insurgentes
cambiaron el plan
modificaron la estrategia.
Lo que les dijiste fueron más que palabras
en el papel iba tu compromiso
tu lealtad
tu fidelidad a la causa insurgente.

Pero en ese papel también iba tu vida
y tu muerte
iba tu sed y tu calma
tu coraje
y tu decisión,
iban los hijos que pariste y que no pudiste enterrar
porque quedaron tirados en el campo de batalla;
iban todas las mujeres que no conociste
pero que eran como tú.

Hoy, aquellas miradas que leyeron el mensaje
recorren paisajes etéreos
se han vuelto silencio que a fuerzas evoca tu nombre
raíces etéreas que alumbran el gris de tu luz
al margen de aquel papel que hoy ya es historia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gendering Latin American Independence

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